Residencias Caninas

La llegada de las vacaciones suele suponer un dilema para las personas que tienen un perro; la mayoría de la gente tiene algún familiar que se encarga de cuidarlos e incluso hay quienes tienen la suerte de poder llevárselos consigo, dado que cada vez existen más hoteles en los que se permite la estancia con perros. Pero, ¿qué ocurre cuando estas soluciones no son viables para alguno de nosotros?

Mucha gente conoce la existencia de las residencias caninas y también es cierto que existe mucha gente reacia a dejar a su mascota en una de ellas. Las razones son muy diversas, “mi perro ya es mayor”, “no soporta estar lejos de nosotros”, “¿y si cree que le hemos abandonado?”, “ las residencias son muy caras”, etc. Sobre esta última puedo decir que las tarifas diarias no son ni por asomo parecidas a las que pagamos por un día de hotel en la playa. Las demás razones son comprensibles ya que la gente tiende a humanizar las actitudes de los perros y creen que sufrirá estando lejos de nosotros en una residencia. Sin embargo, eso solo es verdad en parte.

La mayoría de los perros no tendrán ningún problema en quedarse en una residencia durante unos días siempre y cuando hagamos las cosas correctamente, sigamos unas pautas previas y nos deshagamos de todas esas falsas ideas.

Lo primero que debemos hacer es buscar una residencia adecuada y de nuestro agrado dentro de la amplísima oferta que podremos encontrar; habrá que mirar varias opciones y tener claro qué requisitos deben cumplir. Para ello deberemos visitarlas una por una, ver las zonas comunes,patios de juego, los cheniles, si cuenta o no con un veterinario, hablar con la gente que trabaja allí para saber que rutinas tienen,paseos, alimentación, etc. Esto significa empezar la búsqueda con tiempo suficiente para garantizarnos una residencia 100% de nuestra confianza.

Una vez que hayamos escogido el lugar en el que dejaremos a nuestro perro es el momento de que él también la conozca. Llevar al perro a la residencia varias veces antes de su estancia definitiva es uno de los pasos más importantes, ya que así le familiarizaremos con el entorno y reduciremos al mínimo la situación de estrés. El perro debe tener contacto con la gente que va a cuidar de él, pasear por el recinto (incluso paseado por la persona que vaya a cuidar de él), conocer la zona donde va a dormir, etc. Después de varias visitas es aconsejable que el perro pueda estar allí sin nosotros una o dos veces antes de dejarle por vacaciones; no es necesario que pase la noche pero debería pasa allí al menos un día entero como preludio de lo que serán sus días allí.

También tendremos que tener en cuenta algunas pautas de comportamiento que deberemos adoptar antes de dejarle en una residencia. Si el perro está muy apegado a nosotros, se pone nervioso cuando nos vamos o cuando volvemos o llora si no estamos, debemos empezar a habituarle. Comenzaremos varias semanas antes (cuanto antes mejor) a restringir el contacto físico con el perro durante el día y a suprimir los saludos y las despedidas cuando lleguemos a casa y cuando nos vayamos; esto quiere decir que no acariciaremos al perro cuando salgamos de casa y tampoco lo haremos cuando volvamos hasta que esté calmado(o sea, no hablarle, mirarle ni regañarle para que se calle). Con esto conseguiremos que el perro sea un poco más independiente, que no esté pendiente de nosotros en todo momento y que no se ponga nervioso el día que le dejemos en la residencia.

El día que por fín nuestro querido amigo deba quedarse en la residencia ya habrá conocido a la gente con la que estará durante el verano y el sitio será familiar para él. Podemos llevar algún juguete, su cama o cualquier cosa suya para cuando esté encerrado en el chenil. Es importante que no nos despidamos de él y que no le miremos o hagamos cualquier cosa que pueda producirle estrés o ansiedad; cuando lleguemos le daremos un paseo por el recinto y luego se lo entregaremos a su cuidador, nos daremos la vuelta y nos iremos sin mirarle, igual que hemos hecho en casa.

El día que vayamos a recogerle es importante que tengamos algunas cosas en cuenta . En primer lugar y dependiendo del tiempo que el perro haya estado en la residencia, podemos encontarnos con algunas situaciones curiosas. Mucha gente cuenta que al recoger a su perro de la residencia notaron que no les hacía caso y que en casa el perro les ignoraba; esto se debe a que el perro ha estado un tiempo viviendo una rutina diferente a la que seguía en casa y se ha habituado a ella.


Cuando recojamos a nuestro perro debemos hacerlo de forma tranquila y sin nerviosismos para no estresarlo y si salta, ladra o lloriquea debemos ignorarlo hasta que se calme, lo que significa no hablarle, acariciarle ni regañarle para que se calle. Uno de los miembros de la familia lo cogerá y se lo llevará a dar un paseo mientras se arreglan los papeles de la recogida; después lo llevaremos a pasear por su zona habitual para que se relaje.

Tal vez haga falta recordarle algunas órdenes de obediencia básica si vemos que no nos hace el mismo caso que antes, ya que después de un tiempo sin practicar el “sienta”, el “ven” o el “quieto” los perros pueden olvidarlo.

Por Sandra García
www.adiestralo.com

Publicaciones Similares

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *